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May 30, 2023

Los 'Goonies' 2.0 vs. los parentales

En el Festival de Cine de Cannes, los niños en el centro de Riddle of Fire han sido apodados los Goonies, en referencia a la clásica película de aventuras de 1985. Sin embargo, Riddle of Fire, una película independiente americana rodada en 16 mm por el debutante Weston Razooli, tiene personalidad propia y muy poca nostalgia. Todo comienza cuando tres amigas, Hazel, Alice y Jodie, roban un videojuego, solo para enfrentarse a su peor enemigo: el PIN de control parental. Esto los lanza a una aventura protagonizada por un pastel de arándanos, una docena de huevos moteados, una banda de delincuentes y la hija de uno de sus miembros: Petal, una niña bendecida con poderes mágicos y un don con las palabras.

Una película que ha sido una mini-sensación en Cannes, la aparición de Riddle of Fire en el festival coincide con las entradas de Wes Anderson y Michel Gondry, dos miembros de la realeza independiente cuyos universos juveniles ahora están empezando a brotar canas. En la entretenida película de Anderson Asteroid City, que se encuentra en la selección oficial de aspirantes a la Palma de Oro, el sello estético de las películas del director sigue resistiendo el paso del tiempo, gracias a un telón de fondo que idealiza la América de los años 50, ese período de ingenuidad prosperidad suburbana en la que las fuerzas del consumismo comenzaron a desplegar sus tentáculos. La nueva fantasía visual de Anderson está dominada por una paleta de azules turquesa, beige y coral que acaparan la atención. No importa cuán estelar sea el elenco o cuán absurda sea la historia; todo está envuelto por la estética de la película.

En El libro de las soluciones, que acompaña a Acertijo de fuego en la Quincena de Realizadores de Cannes, Gondry regresa de un paréntesis de ocho años para sumarse a la creciente tendencia entre los cineastas por la autoficción (siguiendo los pasos de películas como Cierra los ojos, de Víctor Erice y A Brighter Tomorrow de Nanni Moretti). El libro de las soluciones cuenta la historia de un director bipolar y paranoico que debe enfrentarse a una dura realidad: la gente que paga su película le va a quitar el control del proyecto, porque la película es incomprensible. Acompañado por su montador, el director huye a casa de su tía en el campo, donde se enfrenta a sus dificultades creativas.

Mientras que The Book of Solutions es una carta de amor al cine, Riddle of Fire es una carta de amor a la vida. Aunque los personajes centrales se embarcan en una aventura en bicicleta, no estamos hablando de un calculado refrito de nostalgia ochentera al estilo de Stranger Things. Sí, escuchas la canción de los 70 Baby Come Back de Player, pero las emociones de la película son nuevas, frescas. Sus fantasías renovadas conducen a una especie de realismo mágico pop en el que brujas, hadas y pistolas de juguete evocan una infancia en la que Hansel y Gretel conviven con la PlayStation. Junto a la película española Robot Dreams, una delicia animada de Pablo Berger que forma parte de la sección Proyecciones Especiales de Cannes, Riddle of Fire es la prueba de que se pueden hacer películas familiares alternativas capaces de abrir nuevos horizontes.

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